En estos últimos días se ha suscitado un escándalo financiero de proporciones en el país trasandino. Dicho escándalo se encuentra originado en las prácticas fraudulentas (incluyendo en la confección de sus estados financieros) de una de principales empresas de retail de dicho país. Del análisis del caso cabe preguntarse qué posibilidades hay de una réplica similar en nuestro país.
Dicha empresa es La Polar que, junto a Paris, Ripley y Falabella, es una de las estrellas del retail de Chile. Para hacer un poco de historia, y poner en tema a quienes no conocen el vecino país podemos decir que La Polar fue fundada en 1905 como una sastrería para en 1953 convertirse en una tienda de múltiples productos. Hacia fines de los años 80, La Polar comienza su expansión en locales para convertirse en una cadena de grandes tiendas. En 1989 entran en el negocio crediticio al sacar su tarjeta de crédito para compras en la cadena. La empresa inició su expansión dentro de Santiago y otras regiones en la década siguiente, alcanzando 12 locales a 1998. A principios de 1999, el fondo de inversión Southern Cross adquirió los activos fijos, la marca y el 51,71% de los pasivos. Durante su gestión, Southern Cross reorientó la estrategia de la compañía enfocándose en sectores de clase media y baja, diferenciándose de los otros grandes del retail chileno. En 2002 abrieron su tienda virtual y comenzaron a establecer alianzas con otras empresas permitiendo el uso de la tarjeta de crédito en sus locales. La estrategia tuvo gran éxito y los ingresos de la empresa se triplicaron, pasando de 99 mil millones de pesos en 2001 a 303 mil millones en 2006, mientras las utilidades pasaron de 4 mil millones a 27 mil millones en el mismo periodo. En 2003, la empresa inicia la transacción de sus acciones en la Bolsa de Comercio de Santiago y en 2006 Southern Cross transfiere un 20% de la propiedad en 158 millones de dólares a la familia Bemberg, uno de los principales grupos económicos de Argentina. Ya a 2010, La Polar totaliza 40 tiendas. El año 2008 marcó el inicio de la internacionalización de la empresa, cuando decidió iniciar operaciones en Colombia, lo que se concretó en 2010 cuando inauguraron su primera tienda en el principal centro comercial de Bogotá (texto adaptado de Wikipedia).
En los distintos medios periodísticos (tanto los diarios tradicionales como blogs) se trata este tema que ha conmocionado a la opinión pública, a modo de ejemplo, se puede citar un artículo de Roberto Pizarro1, publicado en http://www.americaeconomia.com/analisis-opinion/la-polar-estafa-financiera-en-chile “La Polar (...) ha planificado e implementado una estafa que ha estremecido a la sociedad chilena. Sus directores y ejecutivos maquillaron la contabilidad de la empresa con el propósito de mostrar cifras azules en los balances financieros y así promover la compra de acciones del público, mientras ellos las liquidaban a buenos precios en el mercado. Ha sido un escándalo nacional, que ha afectado a accionistas, pensionados de las AFP (Fondos de pensiones privados, como lo eran las AFJP argentinas, que invierten los aportes de los trabajadores en acciones y títulos) y cientos de miles de clientes. La fe pública y la propia imagen del país se han deteriorado.”
Continua el mismo artículo diciendo que “El auge del retail en Chile se encuentra estrechamente vinculado al negocio financiero. Comenzó como herramienta para potenciar ventas, convirtiéndose posteriormente en un negocio autónomo. Estas empresas se han concentrado en atacar nichos de mercado que no son segmento objetivo para la banca, logrando rentabilidades extraordinarias. El negocio financiero de las tarjetas de crédito es el componente más importante de los ingresos totales de las compañías de retail, enfocado en clientes de estratos C3 y D; vale decir, las familias de más bajos ingresos.”, o sea, aprovecharse de los que menos tienen dándoles la posibilidad “ficticia” de acceder a bienes que no podrían adquirir con sus ingresos tradicionales.
Obviamente el préstamo al consumo de quienes tienen un menor poder adquisitivo para honrar sus deudas tiene un alto riesgo de morosidad y, por ende, de incobrabilidad, pero Pizarro nos cuenta como La Polar convirtió la morosidad en una herramienta para maquillar sus Estados Financieros, gracias a la estafa permanente de los pobres usuarios de sus líneas de crédito, que por algún motivo, se atrasaban en sus pagos, “en el caso de la Polar el negocio financiero se convirtió en una perversión, ya que no sólo expolió con tasas de interés usureras, sino que utilizó a sus clientes morosos como instrumentos para transformar una compañía virtualmente en quiebra en una empresa próspera. En efecto, La Polar realizó repactaciones automáticas unilaterales de las deudas con sus clientes, incluyendo sobre-intereses, mora, gastos de cobranzas, etc. Así, la contabilidad transformaba cifras rojas en azules, se posponía la deuda anterior mediante la repactación, y se mostraba un crédito nuevo. Es la “contabilidad creativa”, fraude inventado por los ejecutivos de Enron y Worldcom, en los EE.UU., para inflar ganancias, engañar al público y accionistas. Su propósito: favorecer la posición en la bolsa para que los inversionistas sigan comprando acciones mientras sus ejecutivos las venden. Y, al mismo tiempo, el directorio recibe jugosas ganancias y los ejecutivos bonos por buen desempeño.”
Otro autor, en este caso Carlos Correa, en su artículo publicado en http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2011/06/10/la-polar-o-como-nos-contagiamos-del-sindrome-arthur-andersen hace un paralelismo con Enron diciendo “La Polar, al igual que Enron tenía sus estados financieros auditados por una de las más respetadas de la plaza: Price Waterhouse Coopers, conocida cariñosamente como PwC. La auditoría firmada el día 15 de marzo de 2011 aprobaba los estados financieros y por tanto, las provisiones tomadas y las jugosas utilidades. No es casualidad que en el hecho esencial se saque a Price, reemplazándola por otra. Pero el problema no es la empresa auditora, sino una lección del caso Enron que no ha sido corregida en Chile.”
Y continua describiendo a, lo que llama, “Síndrome Arthur Andersen”, al cual destaca como uno de los responsables del problema: “uno de los asuntos polémicos del caso Enron que fue largamente descrito en el libro Final Accounting sobre el rol de Arthur Andersen en esa crisis, es la dualidad que tenían las empresas auditoras como vendedoras de servicios de consultorías a la vez auditaban los estados financieros. En el libro se describe con lujo de detalles, como el área de consultoría presionaba al área de auditoría para que no fuera tan estricta en sus revisiones, cosa de no perder un cliente, ya que los ingresos por otros servicios eran más atractivos para las auditoras. Y al igual que ocurre hoy en Chile, las empresas auditoras tienen mejores ingresos a través de sus áreas de consultoría que dando fe de la certeza de los estados financieros. Una revisión de la web de la empresa auditora de La Polar muestra la importancia que le asignan a estos negocios anexos, convertidos en el rubro principal.”
Evidentemente, y tal como ocurrió con Enron, podemos estar recién ante la punta del iceberg, por lo que se debe seguir con detenimiento el trascurso de los hechos, pero citando por última vez a Pizarro “Los directivos de La Polar deben responder ante la ley y la clase política ante la sociedad. Los primeros por fraude; los segundos por negligencia.”
1 Economista de la Universidad de Chile, con estudios de posgrado en la Universidad de Sussex (Reino Unido). Investigador Grupo Nueva Economia, fue decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile, ministro de Planificación y rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano (Chile)